Le Corde Sensible. Magritte

Le Corde Sensible. Magritte
Le Corde Sensible. Magritte, 1960

domingo, 16 de noviembre de 2014

El estrés... ¿es tan malo como lo pintan?


El estrés .... esa cosa horrible que parece ser el gran culpable de muchos de los males que nos aquejan a todos. Se le responsabiliza de cosas tan variopintas como las úlceras, los accidentes de coche, el escaso rendimiento de un deportista, o la inexplicable depresión de un cantante de moda. Y es un cajón de sastre estupendo para achacar desde dolores de cabeza hasta calvicie, aumento o disminución de peso, insomnio, mal humor, falta de concentración  ... de todo.

Si sumamos todas sus supuestas víctimas,  probablemente la cifra supere los fallecidos en las guerras del último siglo. ¿Cómo es que no nos unimos todos para luchar contra semejante enemigo de la Humanidad? Y, sobre todo, ¿cómo es que el ser humano ha desarrollado algo tan perjudicial?

Imaginemos a nuestro abuelito, el Hombre de Cro-Magnon. Está por la sabana, buscando algún animalejo que llevarse a la lanza, cuando de pronto aparece en escena un león. Nuestro abuelo lo percibe, e, inmediatamente,  se produce una descarga de adrenalina, y empieza a sufrir una serie de transformaciones fisiológicas. Por ejemplo, le latirá más rápido el corazón y respirará entrecortadamente, con lo que se prepara para la carrera. Disminuirá el caudal sanguíneo superficial en brazos y piernas, aumentando en los músculos y el tronco, reduciéndose de esta manera el peligro de morir desangrado si es herido. Tiene también un efecto anestésico (que es el que nos permite dar puñetazos en la mesa cuando estamos enfadados, sin sentir dolor). En resumen, el cuerpo se prepara para la defensa ante algo que es percibido como un peligro potencial. De hecho, si en aquel momento el abuelo no se hubiera “estresado”, probablemente nosotros no estaríamos ahora aquí.

Muy bien, me diréis ahora. Efectivamente, al abuelo le servía de algo esto tan desagradable. ¿Y de qué sirve ahora, en la era del ordenador, el coche, la tablet y el smartphone, eso del estrés? ¿no sería mejor que hubiera quedado eliminado con la evolución del ser humano?

Pues no, señor. Sin estrés, la vida sería aburridísima: sin él, no nos molestaríamos en asistir a un partido de fútbol,  en el que los jugadores apenas se esforzarían, porque les da igual ganar o perder, y no luchan por el balón... por la calle, esa/e señor/a tan impresionante no nos parecería nada impresionante ... y al día siguiente, en el trabajo, si es que se llega, porque nos daría igual ir que no, tampoco nos activaríamos lo suficiente para resolver el reto de cómo mejorar la oferta del producto que acaba de lanzar la competencia. En suma, la vida sería neutra, “ni frío, ni calor, cero grados”. De hecho, necesitamos un nivel moderado de estrés para enfrentarnos a situaciones difíciles y afrontar los retos. 

La solución estriba en que el estrés en sí mismo no es bueno ni malo. Sólo cuando las respuestas de estrés son excesivamente intensas, frecuentes o duraderas pueden producir trastornos en el organismo, tanto físicos como psicológicos.

Un problema añadido que tenemos es que, con frecuencia, el estrés elevado se mantiene en el tiempo, por lo que nos acostumbramos a ese estado, muchas veces ni siquiera nos damos cuenta el nivel de estrés que llevamos, y le quitamos importancia al creer que no podemos hacer mucho para combatirlo.

En próximas entradas ofreceremos sugerencias que pueden ayudar a reducir los niveles de estrés, para acercarnos más al nivel óptimo de estrés que nos facilita un rendimiento excelente, sin las consecuencias negativas que puede acarrear su exceso.

4 comentarios:

  1. Como siempre Merche, aprendiendo contigo!!

    Besos

    ResponderEliminar
  2. Estoy deseando nos cuentes como reducir el estrés para llegar a un nivel óptimo. Muchos besos

    ResponderEliminar