Le Corde Sensible. Magritte

Le Corde Sensible. Magritte
Le Corde Sensible. Magritte, 1960

sábado, 20 de diciembre de 2014

¿Feliz Navidad? Sugerencias para "sobrevivir" a estas fiestas y no morir en el intento



Hay personas a las que les encantan estas fiestas. A otras, les dan igual; a otras muchas, realmente no les gustan… El caso es que las fiestas, la “Navidad”, está aquí, y hay que vivirlas de alguna manera.

Algo que llama la atención es que el mero hecho de que nos deseen “Felices Fiestas”, o “Feliz Navidad”, a veces desencadena todo un debate dentro de nuestra cabeza; el hecho de “tener la obligación” de ser feliz hace que nuestra mente se pone a intentar “validar”, o no, esa “felicidad”; e, incluso, se ponga a buscar argumentos a favor…o en contra. “¿Feliz?” puede decirnos “¿Feliz teniendo que aguantar a mi cuñado/suegra/hermano/amigo el pelma?¿Feliz gastando sin parar? ¿con el estrés de ir corriendo de un lado para otro? ¿pensando regalos, algunos estúpidos y por cumplir?”… En lugar de entrar en desigual batalla con nuestra mente, pueden ser útiles estas sugerencias para vivirlas mejor:

1.- Sientate unos momentos a reflexionar y busca una "brújula" para guiar tu conducta y elegir en qué inviertes la energía en estas fechas. Piensa en lo que es realmente importante para tí en la vida ¿Tu familia? ¿Tu pareja? ¿Tus hijos? ¿Tus amigos? ¿El trabajo? ¿Lo que piensen los demás? Puede ayudarte seleccionar tres aspectos (de esos u otros que te importen) y focalizar tu energía y actividades en ellos, en vez de dispersarte con "lo que hay que hacer" y "lo que te demanda el entorno".

2.- Planifica tus compras, escalona los gastos, y “resiste” el impulso de gastar demasiado: Aquí puedes encontrar unos consejos en este sentido. 

3.- Si vas a algún evento o celebración, que sea, o bien porque te apetece realmente, o bien porque ELIGES ir, porque está en el camino de la persona que quieres ser (¿la pareja que quieres ser acompaña a su compañero/a con la familia política, aunque no tenga ganas? ¿El amigo que quieres ser va a esa cena/juerga aunque no te apetezca mucho?); si no hay más remedio que ir, al menos puedes negociar limitar el tiempo de estancia.

4.- Evita las discusiones inútiles: Hay personas que sólo se ven en estas fechas, personas con las que no se coincide en valores, opiniones, o “rencillas pasadas”, y en muchos casos se producen auténticas batallas campales. Antes de entrar en guerra, reflexiona ¿realmente merece la pena entrar en discusiones bizantinas que no llevan a ninguna parte, más allá de un desahogo puntual? Si crees que no merece la pena, lo mejor es tratar de controlar la propia conducta: no saques temas polémicos, y si alguien te “provoca”, no respondas ni “entres al trapo”; intenta cambiar de tema o retirarte un momento “al baño” o “a buscar algo a la cocina”, lo suficiente para tener tiempo para reflexionar y controlar tu conducta. Las personas que te importan y tu mismo lo agradecereis.


5.- Céntrate en el Presente: Es la única manera de VIVIR.... lo pasado ya no está y el futuro aún no ha llegado. Deja todo preparado para poder vivir la situación concreta, en la que puedes estar con las personas que te importan. Muchas veces estamos tan pendientes de que “todo salga bien”… ¡que para cuando queremos darnos cuenta, la situación ha pasado! Lo importante es vivir la celebración de acuerdo a lo que es importante para cada uno de nosotros.

6.- Hay una silla vacía: Es imposible no recordar a los que no están, bien porque han fallecido (aquí puedes encontrar unos consejos para esa situación), o bien porque ya no están en nuestra vida; lo que sí podemos hacer es focalizar en las sillas que están llenas, y en hacer cosas que vayan en línea con la vida que deseamos construir a futuro.


6 - Por último, si odias estas fiestas, y celebrarlas no está en el camino de la persona (pareja/padre o madre/hijo-a/amigo-a) que quieres ser, no olvides que no es "obligatorio" celebrarlas...¿Cómo? Si te es posible, viaja a un destino donde no se celebre tanto; también puedes quedarte en una casa "libre de Navidades" y aprovechar para ver esas pelis, leer ese libro o terminar ese puzzle que siempre quisiste hacer y nunca haces.

En cualquier caso, ocúpate de controlar lo que puedas controlar, y lo que no… mejor aparcarlo y seguir centrándote en hacer cosas que te lleven hacia la vida que quieres.


Lo realmente importante es ELEGIR como te quieres comportar en estas fiestas... y dar el paso siguiente, aunque sea pequeño... hasta el viaje más largo empieza con el primer paso... 

¡Te deseo que tengas las Fiestas que elijas vivir!

domingo, 30 de noviembre de 2014

¿Mi nivel de estrés es "lo normal", o necesitaría reducirlo?



Como vimos en la entrada anterior, el estrés no es necesariamente malo; sólo es perjudicial para la salud cuando es excesivo por su intensidad, su frecuencia o su duración.


Lo malo, como también vimos, es que, con frecuencia, el estrés elevado se mantiene en el tiempo, por lo que nos acostumbramos a ese estado, muchas veces ni siquiera nos damos cuenta el nivel de estrés que llevamos. Aquí se puede aplicar muy bien el "síndrome de la rana cocida":  si ponemos una rana en agua hirviendo, esta saltará; sin embargo, si ponemos a la rana en agua fría y la vamos calentando poco a poco, se cocerá sin darse ni cuenta.



¿Cómo saber, entonces, si mi nivel de estrés es excesivo? La segregación excesiva de las hormonas del estrés, el cortisol y la adrenalina, presentan una serie de indicadores que se presentan en cuatro niveles: físico, cognitivo (pensamientos), psicológico, y conductual. Eso sí, con dos condiciones: tienen que tener una duración continuada en el tiempo (más de 3 meses), no han estado siempre en tu vida, Y no se explican por que haya una causa física, situación concreta temporal o enfermedad previamente identificadas.



1.- A nivel físico, pueden aparecer aspectos como: el insomnio (tanto dificultad para conciliar el sueño como despertar demasiado pronto), pesadillas frecuentes, sensación de opresión en el pecho, tensión muscular y/o contracturas frecuentes, bruxismo (apretar los dientes), palpitaciones ocasionales, cefalea tensional, tensión arterial elevada, falta o aumento de apetito, problemas digestivos (estreñimiento o diarrea, dolores de estómago, malas digestiones ...), cansancio y fatiga continuos, dolores físicos, mareos, etc. Y otros aspectos que los médicos indiquen no tienen causa fisiológica detectada.



2.- A nivel cognitivo o mental: pueden aparecer dificultades de concentración y memoria, o una mayor dificultad para tomar decisiones, mayor proporción de pensamientos negativos o catastróficos, "rumiaciones" (dar vueltas a las mismas cosas sin que aparezcan soluciones), sensación de lentitud de pensamiento, etc.


3.- A nivel psicológico; puede aparecer irritabilidad, cambios bruscos de personalidad y/o de humor, empeoramiento de las relaciones con otros (tanto laborales, familiares y/o con amigos); tristeza y/o bajo estado de ánimo continuo, ganas de llorar, gritar, golpear o insultar;  falta de interés/disfrute por cosas que antes sí interesaban o se disfrutaban, sensaciones frecuentes de miedo y/o ansiedad,  sensación de inquietud... 

4.- A nivel de conducta: podemos encontrar: Moverse constantemente, tics nerviosos, rechinar los dientes, morderse las uñas o los "padrastros", risa nerviosa, problemas sexuales, comer en exceso o dejar de hacerlo; beber o fumar con mayor frecuencia; incremento de compras no necesarias, dormir en exceso o demasiado poco, estallidos de ira y broncas frecuentes.



Si presentas al menos tres de los indicadores anteriores, ha llegado el momento de plantearse que tus niveles de estrés son excesivos y, por tanto, pueden ser perjudiciales para la salud. El primer paso para resolver un problema es reconocerlo y definirlo; el siguiente es buscar recursos para solucionarlo; en siguientes entradas, como dije, ofreceré sugerencias que pueden ayudar a reducir los niveles de estrés hasta niveles óptimos.



Sin embargo, si presentas bastantes de los indicadores anteriores, o la intensidad/frecuencia de los que presentas están dificultando o incapacitando el desarrollo normal de tu vida, bien a nivel de salud, trabajo, proyectos o relaciones con otros, probablemente sea aconsejable que recurras a un profesional acreditado y con una adecuada formación.

Lo realmente importante es dar el paso, aunque sea pequeño, de analizar tu situación y buscar recursos, si lo necesitas... hasta el viaje más largo empieza con el primer paso...y cada día que pasa el estrés excesivo puede perjudicar más tu vida.

domingo, 16 de noviembre de 2014

El estrés... ¿es tan malo como lo pintan?


El estrés .... esa cosa horrible que parece ser el gran culpable de muchos de los males que nos aquejan a todos. Se le responsabiliza de cosas tan variopintas como las úlceras, los accidentes de coche, el escaso rendimiento de un deportista, o la inexplicable depresión de un cantante de moda. Y es un cajón de sastre estupendo para achacar desde dolores de cabeza hasta calvicie, aumento o disminución de peso, insomnio, mal humor, falta de concentración  ... de todo.

Si sumamos todas sus supuestas víctimas,  probablemente la cifra supere los fallecidos en las guerras del último siglo. ¿Cómo es que no nos unimos todos para luchar contra semejante enemigo de la Humanidad? Y, sobre todo, ¿cómo es que el ser humano ha desarrollado algo tan perjudicial?

Imaginemos a nuestro abuelito, el Hombre de Cro-Magnon. Está por la sabana, buscando algún animalejo que llevarse a la lanza, cuando de pronto aparece en escena un león. Nuestro abuelo lo percibe, e, inmediatamente,  se produce una descarga de adrenalina, y empieza a sufrir una serie de transformaciones fisiológicas. Por ejemplo, le latirá más rápido el corazón y respirará entrecortadamente, con lo que se prepara para la carrera. Disminuirá el caudal sanguíneo superficial en brazos y piernas, aumentando en los músculos y el tronco, reduciéndose de esta manera el peligro de morir desangrado si es herido. Tiene también un efecto anestésico (que es el que nos permite dar puñetazos en la mesa cuando estamos enfadados, sin sentir dolor). En resumen, el cuerpo se prepara para la defensa ante algo que es percibido como un peligro potencial. De hecho, si en aquel momento el abuelo no se hubiera “estresado”, probablemente nosotros no estaríamos ahora aquí.

Muy bien, me diréis ahora. Efectivamente, al abuelo le servía de algo esto tan desagradable. ¿Y de qué sirve ahora, en la era del ordenador, el coche, la tablet y el smartphone, eso del estrés? ¿no sería mejor que hubiera quedado eliminado con la evolución del ser humano?

Pues no, señor. Sin estrés, la vida sería aburridísima: sin él, no nos molestaríamos en asistir a un partido de fútbol,  en el que los jugadores apenas se esforzarían, porque les da igual ganar o perder, y no luchan por el balón... por la calle, esa/e señor/a tan impresionante no nos parecería nada impresionante ... y al día siguiente, en el trabajo, si es que se llega, porque nos daría igual ir que no, tampoco nos activaríamos lo suficiente para resolver el reto de cómo mejorar la oferta del producto que acaba de lanzar la competencia. En suma, la vida sería neutra, “ni frío, ni calor, cero grados”. De hecho, necesitamos un nivel moderado de estrés para enfrentarnos a situaciones difíciles y afrontar los retos. 

La solución estriba en que el estrés en sí mismo no es bueno ni malo. Sólo cuando las respuestas de estrés son excesivamente intensas, frecuentes o duraderas pueden producir trastornos en el organismo, tanto físicos como psicológicos.

Un problema añadido que tenemos es que, con frecuencia, el estrés elevado se mantiene en el tiempo, por lo que nos acostumbramos a ese estado, muchas veces ni siquiera nos damos cuenta el nivel de estrés que llevamos, y le quitamos importancia al creer que no podemos hacer mucho para combatirlo.

En próximas entradas ofreceremos sugerencias que pueden ayudar a reducir los niveles de estrés, para acercarnos más al nivel óptimo de estrés que nos facilita un rendimiento excelente, sin las consecuencias negativas que puede acarrear su exceso.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Si no te gusta lo que estás "cosechando" de la vida, pregúntate qué estás sembrando...

Hace poco, en una conferencia en la que tuve el privilegio de escuchar a Luis Galindo, recordó este cuento, que me ha hecho reflexionar:
"Un hijo y su padre estaban caminando en las montañas. De repente, el hijo se cayó, se lastimó y gritó "AAAhhhhhhhhhhhhh !!!".
Para su sorpresa, oyó una voz repitiendo, en algun lugar en la montaña: "AAAhhhhhhhhhhhhh !!!"
Con curiosidad, el niño gritó: "Quién eres tú?". Recibió de respuesta: "Quién eres tú?"
Enojado con la contestación, gritó: "Cobarde!". Recibió de respuesta: "Cobarde!". Miró a su padre y le preguntó: "Qué sucede?" El padre sonrió y dijo: "Hijo mío, presta atención."
Y entonces el padre gritó a la montaña: "Te admiro!". La voz respondió: "Te admiro!"
De nuevo el hombre gritó: "Eres un campeón!" La voz respondió: "Eres un campeón!"
El niño estaba asombrado, pero no entendía.Luego el padre explicó:
"La gente lo llama ECO, pero en realidad es la VIDA...
Te devuelve todo lo que dices o haces...
Nuestra vida es simplemente reflejo de nuestras acciones...
Si deseas más amor en el mundo, crea más amor a tu alrededor...
Si deseas más competitividad en tu grupo, ejercita tu competencia...."
(Fuente: http://www.actosdeamor.com/cuento11.htm)

Este cuento es un poco idealista, lo reconozco; no señala que en estas cosas sucede como en la vida real del campo; cuando siembras, a veces sale bien y a veces no; a veces, viene una granizada, o no llueve lo suficiente.. y lo que sembraste se va al garete. Conozco varios casos en lo que la vida está siendo realmente injusta, a pesar de que sembraron semilla de la mejor calidad y con todo cuidado, llegan granizadas o sequías y la cosecha se pierde. 

Pero las sequías, las granizadas, los huracanes... son cosas que no podemos controlar. Lo que sí podemos controlar es lo que sembramos, que tipo de semilla, con qué calidad, con qué abono, si lo regamos lo suficiente.... 

Por tanto, si no te gusta lo que estás cosechando, deja de quejarte y pregúntate que estás sembrando, y si luego estás cuidando lo sembrado. Piensa en qué áreas de tu vida son importantes para ti, y si hay algo más que podrías sembrar o cuidar. Si quieres un determinado tipo de relación de pareja, ¿te estás comportando tú como la pareja que quieres? Si quieres un determinado tipo de relación con tus hijos, ¿cómo te estás comportando como madre/padre? Si quieres un determinado tipo de amistad, ¿estás buscando y/o cuidando amigos?. Si no te gusta tu trabajo actual, ¿estás haciendo algo para cambiarlo? ¿te estás formando o buscando un rumbo diferente? ¿O simplemente te quejas, sin hacer nada para cambiarlo?

Lo realmente importante es dar el paso, aunque sea pequeño... hasta el viaje más largo empieza con el primer paso...
¡Empieza a sembrar ya!